jueves, 25 de febrero de 2010

Credo

Encarcelado me encuentro,
el viento entra por una rejilla
silbando en mis oídos.
Diciéndome acordemente,
no comprendiste
que no debiste,
resistirte,
a tan buen dios
que nosotros mismos inventamos
y con pasión adoramos.
Debiste rendirte,
nuestras palabras no escuchaste,
y solo has quedado.
Tu cuerpo no soporta
la verdad,
es mejor que nosotros
inventemos tu verdad.
Pues así no nos podrás odiar.
Cercano al placer del saber
te ha hecho ser un alma encerrada.
Tu celda eres tú mismo,
libérate de la verdad,
así conseguirás la libertad.
Caído en una batalla
que solo tu libras.

Miré por la ventana al cielo,
y dije no, no quiero.
Prefiero caer,
que vivir engañado
incluso en mi mismo.

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