sábado, 12 de junio de 2010
Lóbrego
El color de las paredes es negro, el viento entra por la ventana en una leve brisa que mueve lentamente las cortinas hacía un infinito vaivén. La mirada decora una tenebrosa secuencia. Debajo de los muebles hay una suciedad eterna por la quietud de estos. La luz es tenue, anochece. Sorprende el aroma a aire puro en el ambiente de putrefacción en el que se situa. La cama esta vacia, solo la llenan los oscuros edredones. Hay un espacio lleno de objetos que desconozco su utilidad. La soledad demora en este habitat. El cosmos es desagradable pero te adaptas. No hay puerta, el camino esta despejado, empuja hacía algo brillante, pero te asusta el seguirlo. El suelo es viejo. Rojo es ahora el que la pared decora pero no ha habido cambios. Encerrado te encuentras a pesar de que el camino está despejado. Hay lamparas pero no enardecen, te ruborizas. Sigue oscuro. Ya no hay cortinas.
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