jueves, 28 de octubre de 2010

Topología

Un señor de mi pueblo cogió un papel muy grande, dibujó una equis pequeña y le puso una ene flotante. Exponencialmente hablando, la equis caminó y cuando llegó al infinito paró y se sentó. Sacó la merendera, almorzó. Después siguió.

El pobre hombre le voceó:

-¿Adónde vas tan largo?

Y la equis con su ene respondió:

-Estoy cansada de Rn, me voy a un espacio mejor, fuera de la frontera, a un mundo más complejo, a algún punto exterior.

No había acabado de decirlo cuando el conjunto vacío se la comió.

-Le pegó tal bocao- me explicaba mi paisano- que la ene le arrancó. Después de masticar, ronchó la equis, con un cacho pan. No le quedó entonces otra cosa, sólo regoldar. Se sintió un trueno gordo y después no se oyó ná.

Yo, desde que me lo contó, ya no pienso nada, no vaya a ser que me zampen, como a la equis desafortunada.

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